Había una vez un niño súper pobre, que todos los días comía choclo, hasta que un día se cansó de comerlo, por lo que le reclamó a su madre. Esta no tuvo opción más que echarlo.
El niño se quedó en la calle e intentó buscar una solución para dejar de ser pobre y solo tuvo una idea, que no le gustaba: vender choclos… Porque en ese tiempo lo más barato eran los choclos. Pensó y pensó: “¿Cómo puedo vender?”. Se las ingenió para conseguir un choclo. Sacó cosas de la basura, kétchup, mayo y mostaza. El niño bañó el choclo en esas combinaciones, y lo puso en venta a 1.500 pesos.

Segundo lugar regional
Arica
14 años

Denounce with righteous indignation and dislike men who are beguiled and demoralized by the charms pleasure moment so blinded desire that they cannot foresee the pain and trouble.