Hace algunos años, cuando mi hermana aún gateaba, miraba siempre a mi abuelita barrer por todos los rincones de la casa. A veces pensaba que le gustaba, porque cantaba y bailaba con la escoba. Un día decidí ayudarla, porque se veía muy cansada.

—Abuelita, déjame ayudarte, pásame la escoba.
Ella me respondió con cariño:
—No niña, mejor anda a jugar con tu hermana.
Como mi abuelita es muy porfiada, tuve que insistirle de nuevo.
—Pero te ves muy cansada, yo te ayudo.
Mi abuelita, mirándome tiernamente a los ojos, me respondió:
—Mejor no, ya que pueden aparecer las bolitas blancas.
—¿De qué bolitas hablas?

 

Anahí Cifuentes Fajardo
Primer lugar regional
La Serena
Región de Coquimbo
14 años

Denounce with righteous indignation and dislike men who are beguiled and demoralized by the charms pleasure moment so blinded desire that they cannot foresee the pain and trouble.